jueves, 25 de julio de 2013

De la serie EL BAÑO.

Toda obra es producto de un deseo irreprimible de decir o de enseñar y de un deseo irremisible de esconder y callar. Partiendo de esta tensión comienzo a fotografiar lo íntimo, estados anímicos en el filo de lo autobiográfico. Imágenes que se sitúan entre lo vivido y lo imaginado, entre lo físico y lo emocional. De mí atravesada por el relato del otro. Del relato del otro atravesado por mí.

Cuerpo y alas.


El día que llegaste al mundo sufrí una transformación física y emocional. Desde entonces mis ojos y mis manos te siguen con atención, mi cuerpo se inclina cada vez que estás cerca. Mis brazos se han curvado y fortalecido, mi vientre permanece hinchado y lívido, es el recuerdo más arraigado a tu ser. Tú huella en mí para toda la vida. Mi cara dejó de estar ladeada hacia el pecho para alargarse un poco y otear mejor el horizonte. Mi organismo se extiende, se agarra, se dobla y se arruga para protegerte. Disfruto observándote desde una distancia creada para que vueles segura el día de mañana. Hoy tus alas se asemejan a una sedosa redecilla de color de rosa. Y con ella te deslizas y bailas y bailas y bailas.