miércoles, 4 de abril de 2012

Cartografías del yo

Cuentan que la aparición de los mapas se produjo antes de la historia, es decir, con anterioridad al relato escrito, y se utilizaron para establecer distancias y así poder desplazarse de unos lugares a otros. La palabra se incorporó poco a poco, hasta que acompañó a la mirada en el acto de descubrir y de crear narrativas. La información que destaca la cartografía clásica es aquella que ha sido impulsada por la curiosidad, imágenes que representan la tierra y el cosmos, el cuerpo y el pensamiento. Incluso el propio mundo del autor. Un mapa era lo más parecido a un diario visual cartografiado, un atlas personal real e imaginado, una representación subjetiva del tiempo y del espacio.




Sin embargo, un mapa no es una formulación inocente de la realidad. Por un lado surge de la necesidad vital de orientarse en el mundo y por otro, refleja la instrumentalización del conocimiento. Cierto es que la realidad se traduce mediante coordenadas ideológicas. Por esa razón, el mundo lo interpretamos según lo han traducido otros. Miramos el mundo tal y como se pinta un cuadro o es fotografiada la realidad y no al revés. Vemos con los ojos del arte y la representación. La interpretación del mundo es una traición. Inocente y perversa. Bella y terrorífica. Cada vez que contemplo un mapa, me dejo engañar para viajar a otros mundos.

1 comentario: