miércoles, 13 de marzo de 2013

Falda larga y botas camperas.

De pequeña tuve una profesora que adoraba viajar por todo el mundo. Recuerdo sus ojos grandes y verdes, su media melena, el flequillo generoso, su esbeltez…solía vestir faldas largas y botas camperas. De vez en cuando, Nela Puente interrumpía la lección y nos relataba una de sus travesías en barco por el Amazonas, o nos mostraba algún objeto extraño traído de lejos. Una delicia. Un regalo. Para mí era en todo diferente a las demás. Me seducían sus historias tanto como ella. Me convencí de que las aventuras embellecían a las personas. Siempre me han fascinado los relatos de viajes. Sin duda le debo mucho también a Cristina Morató, periodista, reportera y escritora, ella me ha presentado a la primera viajera, a las misioneras del Tíbet, las mujeres piratas o las damas de desierto. Ha rescatado el nombre de grandes aventureras como Mary Kinstley, Isabelle Eberhart, Gertrude Bell o Alexandra David-Néel. De Cristina también recuerdo la chispa de sus ojos, su media melena, el flequillo generoso, su esbeltez, sus faldas largas y botas camperas. Es curioso porque en ambos casos fueron personas que entraron en mi vida de modo accidental y casual. Cada vez que advierto en una mujer una falda larga y unas botas camperas, me desplazo a otros lugares y empiezo a recorrer el mundo.

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