miércoles, 25 de enero de 2012

¿Sueño o pesadilla?

En lugar de articular frases, expulsaba de mi boca polaroids. No podía comunicarme con la voz, me expresaba a través de imágenes instantáneas.  

Instant Light: Tarkovsky Polaroids

Instant Light: Tarkovsky Polaroids
Instant Light: Tarkovsky Polaroids

martes, 24 de enero de 2012

La casa


L. Bourgeois.

Una casa es una mezcla de cuerpo y alma, en ella albergamos lo que somos y se aloja nuestra historia. Hay casas de tránsito y casas que se aferran al terreno y echan raíces para brindarnos una procedencia y unos orígenes. Dichos escenarios biográficos nunca se olvidan. L. Bourgeois me introdujo en la idea de la mujer-casa o femme maison, de las madrigueras, los nidos y las celdas. De aquellas representaciones que tienen un interior y un exterior, una parte visible y otra más secreta. Desde entonces, me fascinan los espacios íntimos y familiares de toda una vida. Por esa mezcla entre arquitectura y carne: lo orgánico dentro de lo organizado, lo flexible dentro de lo rígido, lo inquietante y lo tranquilizador.

“La casa es uno de los principios de integración fundamentales de nuestros pensamientos, de nuestros recuerdos, de nuestros sueños. La casa es el primer escenario de la memoria. El sótano, la escalera, la habitación, el desván, el armario, la ventana son formas sobre las cuales, inconscientes o racionalmente, se modelan y se fijan nuestros deseos y nuestras obsesiones”. Recuerdo que cuando estaba embarazada, pasaba más tiempo en la cocina, allí guisaba mientras fantaseaba sobre mí y sobre mi bebé. Además, sentía que todo cuanto me rodeaba estaba embarazado, las ollas; la cacerolas, los alimentos. La cocina era un enorme vientre materno. 

  
(Louise Bourgeois Mujer casa. J. Frémon)

Nota: Mientras tanto pensaba en ti, mamá.

lunes, 16 de enero de 2012

Regiones flotantes

`Regiones flotantes´ se presentó como una exposición que pretendía recoger un conjunto de obras fotográficas, cuyo punto de partida era el concepto de equilibrio inestable - entendido como una posición sujeta a un estado de imprecisión. Quise que fuera un encuentro de historias capaces de reflejar el lado más frágil pero también el más combativo de la vida, allí donde conviven la certeza y la incertidumbre, la quietud y la turbulencia.

Los escenarios y las situaciones de las imágenes seleccionadas evidenciaban la condición tambaleante que surge de contextos sociopolíticos desiguales, así como de aquellos momentos decisivos que influyen en el rumbo de la historia personal.

`Regiones flotantes´ constituía un retrato plural de los modos de vida del ser superviviente planteando un recorrido por las estancias que configuran el universo de lo cotidiano y un zoom hacia los rostros que lo habitan. La propuesta incidía especialmente en aquellas obras caracterizadas por su equilibrio inestable, entre lo delicado y lo resistente. Tenía como fin, proporcionar reflexiones relativas al acto de sostenerse.

`Regiones Flotantes´: Proyecto finalista del I Certamen de comisariado de exposiciones on-line. Transatlántica PhotoEspaña y AECID. 2010.



Nota: Retomar de nuevo la misma idea en relación a un cuento de Raymond Carver. Sus personajes parecen ir a la deriva pero nunca acaban de derrumbarse. A leerlo creo que algo va a suceder y que cambiará el rumbo del protagonista y lo único que sucede es que la vida continúa, suspendida en una suerte equilibrio inestable.


"Se metió en el camino de entrada y paró el coche. Cerró los ojos y apoyó un momento la cabeza sobre el volante. Escuchó los ruiditos que hacía el motor al empezar a enfriarse. Luego salió del coche. Oyó ladrar al perro dentro de la casa. Fue a la puerta de entrada, que no estaba cerrada con llave. Entró, encendió las luces y puso una tetera al fuego. Abrió una lata de comida para el perros y se la dio a Slug en el porche de atrás. El perro comió con avidez, a pequeños lametazos. No dejaba de entrar corriendo a la cocina para ver si ella si iba a quedar. Al sentarse en el sofá con el té, sonó el teléfono".

Parece una tontería. Catedral. Raymond Carver.

miércoles, 11 de enero de 2012

Desaparecer

Francesca Woodman. House. Providence, Rhode Island, 1976.

"Escribir la propia autobiografía al igual que el acto de autorretratarse, implica colocarse en un inevitable espacio narrativo, dividirse en dos. Mirarase desde fuera (...) Narrarse es distanciarse. En palabras de Foucault, el autor narra para desaparecer. Perderse. Ser otro (...) La autobiografía remite a una ausencia; hablar de la propia vida es hablar de todo menos de uno mismo".

(No soy yo. Autobiografía, performance y los nuevos espectadores. Estrella de Diego. Siruela, 2011)

domingo, 8 de enero de 2012

miércoles, 4 de enero de 2012

Sopa de letras

Salí temprano de casa para ir al trabajo. Hacía mucho frío. Al doblar una esquina advertí a pocos metros, a un hombre erguido detrás de un enorme puchero. Ofrecía tazas de caldo caliente a todo el que pasaba por allí. Me acerqué para curiosear.

-¿Desea una taza de caldo señorita?

- No sé.

- ¿Tiene algo importante que hacer esta mañana?

- Sí, tengo que defender un proyecto en una reunión.

- Para que su exposición sea un éxito, le sugiero que tome un poco de mi sopa de letras.

Pensé de inmediato en la mala noche que había pasado. Los nervios de la reunión no me dejaron dormir. Cada vez que tengo que hablar en público temo quedarme en blanco y que las palabras me abandonen cuando más las necesito. Así que decidí probar la sopa de letras, confiando en que un milagro obrase a mi favor.

No podía creerlo, las palabras salían de mi boca y jugaban entre ellas sin miedo, hacían piruetas, brincaban, encajaban las unas con las otras, danzaban seguras de sí mismas. Todo tenía sentido, como por arte de magia, resultó que mi proyecto cobró vida y fue aprobado por unanimidad. A la mañana siguiente pasé por el mismo lugar deseando encontrar a aquel hombre y su gran puchero, pero no vi nada. Estaba soñando.


Al despertar comprobé que quedaba poco tiempo para la reunión. Desayuné un café con leche y una magdalena y me fui corriendo. Cuando estaba a punto de empezar a contar algo sobre mis propósitos, el discurso se detuvo. Cogí aire. Sentí una ola de calor barriendo mi rostro, mis latidos eran como reclusos dispuestos a atravesar mi pecho a base de martillazos. Las palabras se escondían, venían a mi mente sin orden alguno, tropezaban unas con otras, patinaban, apenas se sostenían. Con mucha dificultad logré armarlas. El proyecto saldría adelante con el consentimiento de todos. Estaba agotada. De regreso a casa me preparé una sopa de letras. Después de entrar en calor, me quedé dormida. Aquella noche, no recuerdo haber soñado nada.