miércoles, 22 de mayo de 2013

Cuando las manos quieren ver y los ojos desean tocar.

"La noche de los ciegos está llena de miradas fijas desviadas hacia las manos que se dedican a tantear". El ojo vivo. Jean Starobinski. Cuatro. ediciones, 2002.
 
Joana E. Sendra
 
Voy a posar para Joana. Me pide que permanezca inmóvil durante 40 segundos. Hace frío y el tiempo de exposición se hace eterno. Fijo la mirada en el agua del río. Sostengo el miedo gracias a una energía impaciente que ocupa mis pensamientos. La experiencia resulta fascinante. En la oscuridad mis manos quieren ver y mis ojos desean tocar. Lo escondido atrae y perturba. Joana aguarda, persevera animada por la esperanza de atravesar algún límite y de ingresar en otro mundo. Desaparezco.

Observo la fotografía y me parece que ha logrado capturar el encantamiento de un mito: El instante en que el deseo de la mirada es castigado con la ceguera y Edipo, Narciso, Psique, Orfeo o Medusa han sido petrificados. Joana opera en la realidad de un modo litúrgico, sin urgencia, sabiendo que la espera es recompensada. Su obra vincula la noche con el hechizo y la maldición. Algunos cuerpos reales designan detrás de ellos un espacio mágico. La figura humana es sometida a un conjuro fantástico y transportada a un tiempo mitológico. Un viaje, un placer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Precioso Mireia!!!!